Finalmente había adquirido las habilidades que le ayudarían a entrar en el sistema de vigilancia del hotel. Lo siguiente era poner en acción sus conocimientos.

Los sueños persecutorios volvieron a mancillar su descanso nocturno, pero ahora, poblados de policías, abogados y sus jefes demandándolo por poner en riesgo la seguridad de los huéspedes. Sus superiores tenían la posibilidad de hacerlo ver como el culpable ya que, si no tenía cuidado, podrían manipular las cosas y poner en riesgo su libertad.

Es bien sabido que quien tiene más dinero, tiene los mejores abogados.

Aparte de copiar los videos del sistema del hotel, compró una cámara espía la cual llevaría escondida en su uniforme para que las grabaciones sirvan de apoyo a las filtraciones que planeaba dar a quien pudiese ayudarlo a exponer a los gerentes.

Decidió que la mejor persona para la tarea de poner al alcance del público los videos tenía que ser un periodista. Le parecía perfecto: una persona con este trabajo tenía más oportunidades de llevar la información a la mayor cantidad de gente posible.

Lo segundo era mantener su identidad en secreto. Los videos de la cámara espía, una vez subidos, mostrarían las estancias del hotel en una perspectiva de primera persona que trata a los clientes y que tiene acceso a las áreas restringidas por lo que sus jefes, al verlos, sospecharían enseguida que se trataba de uno de sus empleados.

A medida que preparaba el material de video y buscaba al mejor -o a la mejor- postor los nervios le impedían disfrutar de sus momentos de descanso. Lo veía todo como si ésta fuese a ser la última vez que tuviese la oportunidad de vivir la vida tal y como la conoce.

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Numeración

Numeración: subconsciente

Numeración: educación

Numeración: clasismo