Deberíamos tener el poder de no escuchar esas voces que nos hacen dudar de nosotros mismos. Sin embargo, muy a nuestro pesar, la mente nos hace malas jugadas y nos arrastra al foso de la impotencia. Por fortuna, Elia tenía la fortaleza para no hacer caso a esas voces.
Me encantó leerte.
Gracias, amiga. Cuando nos damos cuenta del error en esas palabras necias, debemos hacernos las sordas.
Así es.