Mis dedos trataban de drenar lo que mi sentir había somatizado después de un día infructuoso.

No puede ser que tanta planificación había sido en vano por una bendita tilde que debía ser despojada de mi apellido por capricho de un instituto público.

Y allí estaba yo, tratando de digerir la injusticia de cambiar lo que no puede ser cambiado.

Y cuando ya acepté que faltaban 24 horas más para intentar nuevamente lo que debí resolver hoy y me pude dar el permiso de quitar la mirada del teclado me percaté que se estaba creando una nueva historia justo a mi lado.

Si, de aquella pareja que se divisaba más allá del vaso de agua que minutos antes me había servido aquel muchacho.

Así que empecemos la narración desde el principio de su historia, no desde la mía.

Su mañana había empezado con la rutina repetida e incólume de todos los días. Ordenar las servilletas que otros labios y manos usarían, organizar los vasos donde reposarian y estar fielmente preparado para responder a las órdenes del día.

Acompañarse con el calor y el ruido de aquella cafetera que también debía estar pulcra, más pulcra y brillante que los sueños que se venían a su mente a lo largo del día.

Sin dejar de olvidar el mesón que debía pulir a diario, mesón en el que dejaba el mismo afán con que le hubiese gustado vivir su vida, en otro lugar y con algún amor que acompañara esos días gozosos que tanto anhelaba.

Un jugo más que preparar, unas horas menos para que termine un día, o mejor dicho "otro día" dónde lo más interesante era poner atención a las conversaciones ajenas de gente desconocida.

Sin embargo, el destino tenía preparado algo diferente hoy y lo supe por el brillo de los ojos de aquel muchacho.

La barra fue testigo de las intenciones con que había llegado lo que él pensó que era un cliente, sin embargo para su suerte él se había equivocado, no habría una orden que atender, sino más bien una conversación a la que incorporarse.

Los gestos de quién había llegado dejaban ver las ganas de captar su atención, hablaban sus manos, hablaban sus ojos y más decían sus gestos.

Cómo obviar la sonrisa siempre presente del que había llegado para presentarse y para darse a conocer.

La conversación duraría lo que duró el llamado a que sacara un nuevo pedido, sin embargo fue mucho lo que se expresó y valió la pena todo lo expresado.

Salir de la misma película diaria y tener unos minutos para protagonizar una nueva historia siempre valen la pena.

Regresará algún otro día la razón que hizo sonreír a aquel muchacho? , brillarán nuevamente esos ojos?, esto será el inicio de una nueva historia de amor?

Sólo la vida dirá

Por hoy, esto es lo único que se puede contar sin dejar de enfatizar que sólo hace falta un poco de curiosidad para observar que se pueden originar nuevas historias justo a tu lado.

Nota: Esta historia fue creada desde mi celular, como respuesta a una petición que hiciese mi amiga @solperez para fines de Steemit, espero no sólo haberle dado una pronta respuesta sino haber creado algo que le haya gustado leer. Las fotos son mías y me pertenecen, fueron captadas con mi celular marca Redmi 12 sin que aquel muchacho supiera que hoy lo haría protagonista de una historia que serviría para esta publicación, no lo conozco, sólo sé que se llama Angelo.